Hace
un par de meses estrenaron Los Descendientes, de Alexander Payne con George
Clooney. Es una película que se prestaba
a la confusión: ¿drama o comedia? Al final, ambas cosas se dan. Te ríes y te
dan ganas de llorar.
Es
una historia que cuenta como un personaje “despierta” a raíz de un
acontecimiento imprevisto. Llevaba una vida pautada, muy ocupada, centrada, y
de repente, todo se desbarata. La sensación es como si estuviera dormido y al
despertar viera que no sabe dónde está ni que ha pasado para estar en esa
situación. Todo es familiar pero también muy cambiado.
El
protagonista se pasa parte de la película desorientado, intentando comprender
que es lo que ha sucedido para ver que lo que le rodeaba no era como él
pensaba. Además se va a tener que poner las pilas. Él sin darse cuenta, con sus
acciones y omisiones, ha contribuido a que esa realidad “oculta” se haya
creado.
Se
siente abofeteado, zarandeado, removido pero va despertando y ese proceso de
conciencia, le prepara para asumir lo que le ha pasado y enfrentarse a sus
nuevas circunstancias. En el fondo se acaba encontrando mejor, con las ideas
más claras, viendo de donde viene (cuál es su herencia), de lo que quiere hacer
y a donde desea que vaya su vida.
No
será fácil, pero ha cambiado. Ha despertado.
¿Estamos
nosotros dormidos o despiertos?
Javier
Gutiérrez Sanz
Psicólogo
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