A
veces los pacientes te comentan que las que hacen cosas para sentirse bien, como actividades
lúdicas, ejercicio físico, etc., (El tipo
de cosas que recomendamos siempre) les llegan a hacerles sufrir de alguna manera.
Parece un contrasentido que algo placentero pase a agobiante. El problema empieza cuando se plantea como algo que hay que hacer x días a la semana sin falta.Lo
que era algo bueno se convierte en una obligación. Esta acaba generando más
ansiedad que placer. Es verdad que hay actividades que si queremos que nos den
un resultado hay que practicarlas con una cierta regularidad. El ejemplo más
claro es el ejercicio físico. Si quieres llegar a un objetivo como bajar peso,
estar más en forma, participar en una carrera, inevitablemente tendrás que
sacrificarte algo.
El
problema viene cuando uno se somete a esa actividad y se olvida del motivo que
le indujo a hacerla. Se supone que eso que se hace es para darnos gusto a
nosotros, no como una obligación ineludible, haciendo que un incumplimiento de
ese “planning” nos genere sentimientos de culpa y autocrítica exagerada por no
haber cumplido lo pactado con nosotros mismos.
Si
perdemos de vista eso, una actividad que en principio podría ser agradable y de
gran utilidad para nuestra vida se puede convertir en lo contrario: en un
lastre que nos haga nuestra vida más complicada y agobiante.
Disfrutemos
de las cosas pero con flexibilidad. Al fin y al cabo es para pasarlo bien.
Javier
Gutiérrez Sanz
Psicólogo
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