Leí
el otro día que se suele reconstruir la vida de los hombres que han llegado a
ser célebres apoyándonos en tres o cuatro gestos fundamentales, que dejaron
huella aunque no sean fidedignos, por los cuales creemos que podemos adivinar
el secreto de su carácter.
Esto
que se podría hablar de personajes conocidos se podría aplicar a la gente que
nos rodea pero de la que no sabemos gran cosa.
Tendemos
a rellenar la información que nos hace falta con cosas de nuestra propia
cosecha. Es algo normal. No tenemos muchas veces ni la posibilidad ni el tiempo
para completar esa información ausente. Es bueno, que asumiendo eso, seamos
conscientes de que muchas veces nos estamos haciendo una idea de las personas
con datos escasos o casi nulos acerca de ellas.
¿A
qué viene esta entrada? A reseñar que es frecuente que hagamos juicios de valor
sobre cómo son las personas, de lo que
hacen o dejan de hacer en base a dos o tres indicios o señales que tenemos de
ellos. De ahí al chisme infundado o a la fabulación hay un paso.
No
es necesario tener toda la información de alguien para hacernos una idea sobre
quien puede llegar a ser, pero sí creo
que es bueno ser prudentes a la hora de juzgar a quien sea con dos pinceladas.
Al fin y al cabo somos algo más complejos que eso ¿no?
Javier
Gutiérrez Sanz
Psicólogo
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