Equilibrio

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A ser feliz, se aprende

miércoles, 5 de marzo de 2014

Dame una idea


Pon una idea poderosa en una persona y puede que cambie el mundo… o lo destroce…
Hay muchos ejemplos en la Historia de personas que tuvieron ideas en las que creyeron ciegamente y que generaron cambios enormes a su alrededor. Por poner dos ejemplos contrapuestos se podría mencionar a Gandhi o a Hitler.
Es inevitable tener ideas con mayor o menor presencia en nuestra mente. La convicción que tengamos en ellas puede generarnos mucho bueno o mucho malo. Las creencias son un combustible que nos pueden llevar a sortear obstáculos aparentemente insalvables que estábamos seguros de no poder conseguir. Es algo muy relacionado con la motivación. Es parecido a como las necesidades físicas nos pueden empujar  hacer cosas que no creíamos capaces de conseguir o hacer.
Ese tipo de ideas poderosas nos pueden llevar a dar un paso más allá. Me vienen a la cabeza esas expediciones del S XIX que se adentraban en sitios totalmente desconocidos e inhóspitos para alcanzar una meta. Y entre otros factores, el tener esa idea de llegar a ese sitio o descubrir aquel lugar era un motor que les forzaba más de lo que creían que podían hacer.

Esas ideas son muy buenas para alcanzar metas. Nos dan anclaje y seguridad. Se convierten en brújulas que nos guían con paso firme. Pero estas ideas también tienen su reverso: cuando esos pensamientos se vuelven rígidos, inflexibles y esclavizadores. De ahí al fanatismo hay un paso. Son ideas que no permiten la duda o el cuestionamiento porque si no, se tambalea todo. Tienen una influencia gigantesca sobre la persona, haciendo que esta se ponga completamente al servicio de la idea, pudiendo sacrificarse por ella.
Qué importante es tener ideas robustas, bien formadas, pero susceptibles de ser cuestionadas, de ponerlas en duda.
Me viene a la cabeza la imagen de un barco. Se necesita que tenga una buena estructura que soporte al propio barco y que no le haga zarandearse con facilidad pero esta a la vez no tiene que ser demasiada pesada ya que entonces no dejará manejar a la navegación con facilidad, y no le permitirá hacer cambios rápidos e improvisados según las circunstancias.
Un barco frágil se hundirá pronto. Otro demasiado robusto será complicado de manejar en situaciones inesperadas.
¿Cómo es tu barco?

 
Javier Gutiérrez Sanz

Psicólogo

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