Equilibrio

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A ser feliz, se aprende

domingo, 9 de diciembre de 2012

La Verdad


 

“Juro decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”
Esto lo hemos oído decir muchísimas veces. Creo que la mayoría estamos de acuerdo en que decir la verdad es algo bueno y necesario para nosotros mismos y para la relación con los demás. Genera confianza y predictibilidad. Básicos para emprender algo.
“Tiene que haber sinceridad entre los dos"
Esta también la hemos escuchado/dicho muchas más veces aún. Todos (o casi) estamos de acuerdo en ello. ¿Entonces por qué hay tantos reproches por el incumplimiento de esta afirmación? ¿A qué se debe?
Si casi todos mienten en mayor o menor medida, ¿puede que la mentira juegue un papel importante en nuestras vidas?
Me parece importante distinguir entre tipos de mentira, el grado, la intencionalidad y el contexto. En una broma suele haber algo de enmascaramiento y no tiene por qué ser malo. Tampoco es igual mentir acerca de un hecho importante que sobre algo doméstico. Por supuesto no es lo mismo que haya malicia detrás del engaño que buena intención (incluso si esta pueda llegar a ser igualmente desastrosa). Igualmente hay contextos en donde la mentira debería ser inadmisible, como en el ámbito científico, por ejemplo.
Otro apartado más delicado e intrincado es la mentira (en sus grados) a uno mismo. Unas pueden ser útiles para superar una situación complicada e incluso para sacar lo mejor de nosotros mismos, y otras pueden ser patológicas y tremendamente nocivas.
Pero volvamos a la función “útil” que tienen las mentiras. Si uno se para a pensarlo, hay una variedad amplísima de situaciones cotidianas en las que la mentira “pequeña” facilita una buena convivencia entre las personas. Desde el socorrido “Buenos días y gracias” hasta morderse la lengua sobre algo por el posible efecto negativo en el que tenemos delante.
Una verdad continua, ciega y sin límites adecuados haría nuestra vida muy dura y conflictiva. Esto no significa una defensa de la falacia. Creo que hay que cogerle el punto justo. La verdad cruda por norma, hace el entorno más hostil y susceptible,; por el contrario la mentira continua convierte nuestras vidas en un teatro donde nada es creíble y honesto.
Yo, personalmente, ¿creo en la verdad? Por supuesto que sí. Pero en toda y nada más que en la verdad, pues claramente no.
Voltaire comenta:
“La mentira es sólo un vicio cuando hace el mal; es una virtud grandísima cuando hace el bien. Sed más virtuosos que nunca. Hay que mentir como un diablo, no tímidamente, no por un tiempo, sino con audacia y siempre. Mentid, amigos míos, mentid; cuando llegue la ocasión os lo devolveré”
Yo no voy a tomar al pie de la letra lo que dice Voltaire, pero viene muy bien su tono desenfadado acerca de quitar hierro a la VERDAD (en mayúsculas).
Javier Gutiérrez Sanz

Psicólogo

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