Se
hace terapia básicamente para eliminar o minimizar el sufrimiento de la persona
que acude a ella. Si es posible, esa reducción es bueno que vaya acompañada de
un aprendizaje de habilidades para generar una autonomía de cara al presente y
el futuro. Se hacen más cosas pero una que es vital es el acompañamiento del
paciente.
La
persona que busca nuestra ayuda muchas veces se siente sola respecto a ese
problema. Ha intentado sin mucho éxito resolverlo y la ayuda del entorno ha resultado
insuficiente. En muchos casos, el problema deriva en aislamiento. Ahí es donde
el acompañamiento del terapeuta es crucial. Aparte de resolver el problema, va
a haber una relación donde no se va a sentir solo, donde va a poder compartir
sus sentimientos, sus pensamientos, sus inquietudes, preocupaciones, angustias…que
seguramente no lo haya hecho de esa manera con nadie. Va a estar en un sitio
donde no se va a sentir juzgado acerca de si hizo eso o lo otro mal, si es mala
o buena persona…
Hay
veces que la terapia sólo pide eso: que la persona se vea acompañada en ese
tramo de su vida. Muchas veces hay problemas que se resuelven porque el entorno
ha ido de la mano del que sufría. Únicamente necesitaba eso; no sentirse solo
en ese trance.
Por
eso es muy importante cuidar la relación terapéutica. No se trata sólo de estar
ahí, si no que se haga con calidad. Esto es, comprensión, calidez humana,
incondicionabilidad, empatía, etc.,
Muchas
veces un buen acompañamiento marca la diferencia en un buen tratamiento.
Javier
Gutiérrez Sanz
Psicólogo