Equilibrio

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martes, 11 de noviembre de 2014

Vive tu día como si fuera el último


Esta frase es uno de eso esloganes que te encuentras en diversos sitios. Suena fenomenal. Cuando le doy alguna vuelta más ya no me genera tanto entusiasmo. En principio invita a aprovechar el momento porque no sabes que pasará mañana. Te plantea el día como si fuera a ser el último en tu vida. Si fuera así, y estuvieras en buenas condiciones, ¿qué harías? Intuitivamente sería completar las cosas inacabadas, disfrutar de todos los placeres posibles, estar con todos los seres queridos… Da la sensación de que todas esas acciones conllevan una urgencia.

¿Y el mañana? ¿Qué hacemos con él? Nadie garantiza que mañana estés vivo, pero es cierto que si las circunstancias son normales, lo más probable es que sí. Si planteáramos todos los días como el último de nuestros días, nuestro porvenir a medio-largo plazo se tambalearía ¿Por qué  prever lo que pasará dentro de 6 meses o más si hoy es mi último día? Sabemos que para conseguir determinados objetivos hay que planificarlos e ir sembrando  para que en el futuro den sus frutos.

¿Quiere decir eso que no hay que vivir el presente? Claro que no. De hecho, se vive actualmente hipotecado en el futuro. Las técnicas de mindfulness propician un saludable vivir presente, el aquí y ahora.

Estar demasiado anclado al pasado nos inmoviliza y nos “congela”. Estar demasiado en el presente, nos puede hacer ser irreflexivos y no dirigirnos hacia dónde queremos ir. Vivir de cara al futuro, nos hace olvidarnos del momento actual y nos instala con frecuencia  en la angustia y la incertidumbre.

El pasado es nuestra historia, lo que nos da identidad y nuestra saco de aprendizajes. El presente es lo que es real a momento presente, lo más vital que tenemos. Y el futuro es el objetivo hacia donde queremos llegar.

Un equilibrio entre las partes suele ser lo ideal, donde cada una de ellas tenga su sitio.

 

Javier Gutiérrez Sanz

Psicólogo

miércoles, 22 de enero de 2014

Don’t Look Back


Escuché hace poco decir que cuando alguien está quejándose demasiado del tiempo presente, del poco prometedor futuro,  y alaba lo fantástico que fue el pasado, su pasado, el que realmente está mal es la persona, no el momento en el que vive.

Se pueden analizar diferentes épocas y decir, más o menos objetivamente, que ha habido unas más prósperas que otras (períodos de paz vs períodos de guerra).  Eso puede ser así, pero por lo general cada momento trae cosas buenas y malas.

Cuando se van cumpliendo años se suele tender una tendencia a la nostalgia y a darle más brillo a lo que sucedió antiguamente. Esto ya ocurre a mi generación aludiendo a la época del EGB como algo idílico, recalcando lo que se pierden los niños actualmente. Eso ya lo escuchaba yo cuando era niño de los adultos, y probablemente los niños de ahora hagan lo mismo en el futuro.

¿Es malo mirar al pasado? No, creo yo. Es nuestra historia, y es normal acudir a él, pero si me parece que estar demasiado pendiente de este y adornándolo puede indicar que ya se está muriendo en vida. Al fin y al cabo, ¿qué te va a ofrecer el presente/futuro comparable a ese maravilloso pasado? Yo también echo cosas de menos, y también creo que hemos perdido cosas en el camino que sería bueno recuperar, pero eso también está influido por mi propia experiencia. No está de más echar un vistazo a las cosas a las que no nos gustaría volver, en las que hemos mejorado ostensiblemente.

Creo que el momento actual (pese a la crisis) ofrece también muchas posibilidades, igual que sus correspondientes desventajas. Igual más o menos que cualquier otra época. Está en  nuestras maneras aprovechar las primeras y evitar en lo posible, las segundas. Experimentemos esta época porque no habrá otra igual. Creo que eso nos hará estar más despiertos, menos aislados.  En fin, algo más vivos.  

 

Javier Gutiérrez

Psicólogo

lunes, 2 de diciembre de 2013

Resilencia o como recomponerse


El termino resilencia procede de la ingeniería que la define como la capacidad de ciertos materiales para recobrar su forma original después de ser sometida a una presión deformadora. Este concepto ha acabado siendo usado por las Ciencias Sociales para referirse a la capacidad de determinados individuos para salir adelante de manera satisfactoria en situaciones muy complicadas y de alto riesgo.

Vanistendale(2000) propone la imagen de una casa para explicarlo mejor. En el sótano estarían las necesidades básicas que tienen que ser cubiertas: comida, dormir, alojamiento... Lo necesario para tener una estabilidad básica. Encima de ese de esa planta van los vínculos, esto es, sentir la aceptación incondicional de al menos una persona. Estos vínculos tienen que ser fuertes y constructivos. Promueven la aceptación y el desarrollo de la persona. Encima de los vínculos es esencial dar un sentido a nuestra vida. Es vital para que merezca la pena vivir la vida. La naturaleza de ese sentido es muy diferente de una persona a otra. Ya en la primera planta hay 3 habitaciones  que están íntimamente interrelacionadas: autoestima adecuada, aptitudes sociales, humanas y/o profesionales, y un humor constructivo. Finalmente en el desván se encuentra las ilusiones por el futuro. Son aquellas experiencias por descubrir. Aunque se haya padecido, el futuro puede albergar buenas cosas. Hay que estar atento para descubrirlas o construirlas. Esta casa necesita un mantenimiento. Si no se hacen revisiones, limpieza y reparaciones la casa se va deteriorando y desmoronándose, por lo que hay que hacer una labor de mantenimiento y cuidado.

Pregúntate como está tu casa. ¿Necesita algo que mejorar?

Los malos momentos y lances negativos de la vida aparecen muchas veces sin avisar. A veces se pueden evitar y otras no. La cuestión es superar esos golpes. Eso es la resilencia.

Javier Gutiérrez Sanz

Psicólogo   

martes, 26 de junio de 2012

Los archivos del fracaso y del éxito




A lo largo de la vida, uno va acumulando experiencias de todo tipo. Según la persona y sus circunstancias más o menos variadas.

Sin darse cuenta, la persona va formando una historia de su trayecto vital, y dentro de ésta, tiene un sitio reservado para unos archivos muy especiales. Los archivos de éxito y los archivos del fracaso.


Prácticamente, todos tenemos de los dos tipos. Dependiendo de lo que nos haya acontecido, uno será más grande que el otro. Pero no sólo depende de lo que nos haya ocurrido, sino de cómo hayamos interpretado y valorado esas experiencias para almacenarlas en uno u otro archivo.

Se dirá que una experiencia es buena o mala y punto, porque a la mayoría nos lo parece así. Pero también es cierto que las mismas generan múltiples y diversas conclusiones según quien las cuente. Así, una experiencia percibida generalmente mala por casi todos, para alguien concreto se puede tornar en algo bueno con el paso del tiempo, porque a la larga puede ser beneficioso y necesario para esa persona. También ocurre lo contrario. De hecho, los archivos  no son estáticos.

Hay, aparte otro aspecto interesante. Y es el modo en como los consultamos. Una persona que revisa con frecuencia los archivos del fracaso, y que se detiene mucho en ellos, es probable que configure una historia personal de fracaso y que le pueda condicionar a que la siga repitiendo, ya que, al fin y al cabo, es lo que recibe de continuo.

Si somos capaces de darles un uso adecuado, como aprender a sacar buenas conclusiones de ambos archivos, no sobredimensionarlos, y saber cerrarlos,  puede que nuestro futuro no se vea tan condicionado por estos.



Javier Gutiérrez Sanz

Psicólogo

lunes, 19 de diciembre de 2011

Guía Básica Para Fomentar El Bienestar Personal (II)




En la anterior entrada comentaba que había 3 áreas a cuidar especialmente. A saber, lo fisiológico, lo social y lo personal. Voy a centrarme ahora en lo fisiológico.

El cuerpo es un espejo de cómo estamos, por lo que hay cuidarlo. A veces, el cuerpo refleja nuestro malestar anímico, y otras veces, es al revés, un desajuste orgánico hace que nos sintamos mal con nosotros mismos y los demás.

Se puede hablar de muchas formas de cuidar el cuerpo, pero me voy a centrar en tres muy simples pero básicas. Si éstas flojean (depende de la medida) nos podemos empezar a tambalear. No son lo único en lo referente al autocuidado corporal pero es necesaria su presencia para un buen funcionamiento. Esta tríada es comer-dormir-ejercicio físico. Las tres funcionan mejor si se adecuan a una rutina, y si se hacen con sentido común. Tan malo es descuidarlas como volverse un obseso de ellas. El tenerlas en cuenta no sólo nos conseguirá un buen estado de salud actual si no que fomentará el futuro haciendo que lleguemos a mayores en buenas condiciones.

Empiezo con el Dormir.  Es importante dormir cerca de 8 horas, aunque hay gente que necesita algo más o menos, pero la mayoría rinde mejor con ese promedio. ¿Qué se necesita para dormir bien? Primero, rutina de acostarse y levantarse, por lo menos en los días de diario. Esto favorece que el cuerpo por sí solo pida ir a dormir. Segundo, acabar el día de manera relajada. Para eso evitar a última hora de la noche, actividades excitantes, especialmente videojuegos, ordenador, etc., Otra cosa que no es buena, es organizar el día siguiente antes de acostarnos, o darle vueltas a problemas que en ese momento no tienen solución. Este tipo de actos nos activan mentalmente y hacen que sea difícil conciliar el sueño. Hay otros factores que ayudan la rutina del sueño: ambientales, como tener una buena temperatura, sin exceso de calor o frío, que no haya ruidos molestos, que la habitación de dormir no se use para determinadas ocupaciones (se rompe la asociación cama-dormir); o no tener malos hábitos como ingerir alcohol o determinadas sustancias antes de acostarse, hacer ejercicio físico intenso o cenar (copiosamente) muy cerca de la hora de dormir. Estas costumbres descontrolan nuestro reloj biológico y hace que nuestro sueño sea de mala calidad o errático.

Comer es vital para un bienestar adecuado. Se recomienda 5 comidas al día (desayuno-almuerzo-comida-merienda-cena). Básicamente hay que llevar una dieta equilibrada, rica en verduras, hortalizas, legumbres, fruta, hidratos de carbono, con aparición de carne y pescado. Es importante no abusar de productos industriales y de comidas precocinadas y que la ingestión de alimentos no sea excesiva. Pero aparte de la mera tarea de comer, es destacable el hecho de cómo se come: es un momento que hay cuidar en la medida de nuestras posibilidades. Hágalo especial. Preparar algo rico (que no sea una mera ingestión de alimentos), darle su importancia en el sitio y en el cómo. Hay que darle tiempo y que no sea atropellado. Evitar comer mientras se trabaja es decisivo porque la comida hace la función de pausa. Si tiene la posibilidad de comer acompañado, mejor, ya que socializa. La comida, en fin, también es fuente de placer y felicidad.

Por último, el Ejercicio Físico. Hacerlo de manera cotidiana y moderada (a no ser que nos preparemos para algo o sea nuestra pasión) ya que el cuerpo responde mejor a la rutina, primero, y no necesita que se le exprima, segundo. Con continuidad y moderación evitamos lesiones innecesarias. Si además establece rutinas conocerá mejor a su cuerpo, y éste le pedirá que lo ejercite. Los beneficios son enormes: sensación de fortaleza, resistencia y elasticidad, en fin, de salud. Cuidamos de nuestro futuro inmediato y más lejano, evitando lesiones o degeneraciones que se van gestando progresivamente. Pero además, da una sensación de confort mental. Produce desahogo y eliminación de tensión y toxinas, a la par que segregación de endorfinas. Tiene una labor de “descanso mental”: hace que nos olvidemos de nuestros problemas y de nosotros mismos durante un buen rato, lo cual es de agradecer. Además, puede tener un comportamiento lúdico y social, lo cual es tan importante como todo lo contado anteriormente.

Para finalizar, no hay que tomarse todo lo anteriormente escrito al pie de la letra. Habrá veces que nos lo saltemos, por carencia o exceso, pero eso, seguramente (si no es lo habitual) habrá tenido su razón de ser, y nos habrá traído también beneficios. Tan malo es no hacer como tomárselo demasiado en serio. Esto último se nota en el comer y el ejercicio físico, haciendo que algo saludable se convierta en una pequeña prisión de obligaciones.


Javier Gutiérrez Sanz
Psicólogo